domingo, 27 de junio de 2010


El tiempo hace el olvido es cierto, pero las canciones tristes hacen el recuerdo. Y ahí es cuando a muchos de nosotros nos da por decir un "oouch!" a lo Homer Simpson, sabiendo que ya es tarde, que una vez te entra en la cabeza el recuerdo, vienen las imágenes inmediatamente después, y acabas por recordarlo todo, y pensar que el tiempo lo cicatriza, pero que siempre que mires la cicatriz recordarás la herida y si eso, dolerá también. Hay una parte del recuerdo que nos viene de tal forma qe a veces no sabemos si lo imaginamos o lo recordamos.. vivimos entre estos dos mundos, mezclando las dos cosas, imaginando cosas que nos gustaría que hubiesen pasado, y recordando cosas que ojalá fueran solo imaginación. Nos resignamos a lo fácil y absurdo, a un clavo por el otro y así acabamos hechos trizas, pero no nos damos cuenta hasta que viene una canción triste en una tarde de domingo y el mundo se te cae al suelo. Pero claro esto puede ser un caso entre un millón, hay tantas maneras de recordar como de querer o de sentir, tantas como corazones podemos dibujar.

Bastaba con un toque de carmín en sus finos y ásperos labios, un toque de color en sus apagados ojos y unas gotitas detrás del cuello de su perfume favorito. Estaba ilusionada, un nuevo proyecto emocional estaba resurgiendo entre sus cenizas después de creer que todo estaba perdido. El dolor, la tristeza, el sufrimiento que había pasado anteriormente, las lágrimas que tanto habían provocado tempranamente su vejez, ya no eran motivos para no poder sentirse mujer, deseada, bella y lo más importante, querida. Y todo esto, gracias a él.
El factor sorpresa de su nueva vida que un día apareció en su camino dejando huella.
Como nuestros caminos no se habían cruzado en todo ese tiempo, parecía poco probable que ahora fuese a tropezarme con él. Pero las probabilidades no cuentan cuando se pasa a la realidad, y el hecho de que parezca imposible que ocurra algo no quiere decir que no vaya a suceder...